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    Giancarlo Livraghi le sorprende que, siendo la estupidez la fuerza más destructiva de toda la evolución humana, apenas se haya estudiado. Una legión de psicólogos, neurólogos, filósofos etc. lleva siglos analizando la inteligencia y pasando por alto la estupidez, quizás por optimismo o porque tenemos una autoestima mayor de lo que creíamos. Pero disminuyendo el poder de la estupidez, o minimizando sus efectos, podemos conseguir tanto o más que con un aumento notable de la inteligencia.

    Para la mayoría la estupidez es aquello que hacen los demás, pero nadie está a salvo de la propia estupidez. Incluso personas de gran inteligencia sufren brotes de estupidez, una cosa no quita la otra. A no ser que seas ingeniero o arquitecto, del tipo Asterios Polyp, o un arrogante de cuidado, lo más seguro es que tengas asumido esa posibilidad. Pero una cosa es saberlo y otra hacer algo al respecto.

    ¿Cómo podemos descubrir la estupidez en nosotros mismos? Con un poco de autoanálisis es suficiente: si creemos que no lo somos, si creemos que todos los demás lo son, si nunca nos equivocamos, si creemos que los demás siempre se equivocan, si lo sabemos todo, si los demás no saben nada, si no tenemos ya nada que aprender etc. ¿Y cuales son los antídotos? Pues la curiosidad, la meticulosidad en lo que hacemos, la experiencia, la duda, el humor, asumir los propios errores para aprender de ellos, la generosidad desinteresada y saber escuchar. Para Livraghi son la curiosidad y el saber escuchar las armas más poderosas contra la estupidez.

    Bien, ¿y qué es la estupidez? Algo realmente difícil de definir pero que todo el mundo tiene más o menos claro. Carlo Cipolla optó por definirla partiendo de sus efectos, lo que no es mala idea. Llegó a la conclusión que el mayor estúpido es aquel que causa un perjuicio a un tercero sin obtener ningún beneficio a cambio. Es decir, estamos emboscados por la estupidez.

    Es evidente que la estupidez sigue dominando nuestro mundo. La única forma de combatirla con éxito es aprender a conocerla. El poder de la estúpidez, sintetiza todo lo que se ha dicho respecto a las “leyes” de Murphy, de Parkinson o de Cipolla; el principio de Peter Pan y el de la navaja de Henlon, más una colección de máximas, adagios y proverbios de todos los tiempos. Así nos invita a entender de qué manera, la estupidez aparece hoy asociada al poder, a la burocracia, a la guerra, a la tecnología, a la ciencia, etcétera.

     

     

     
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