• El individuo y la sociedad


    Las ideas siempre engendran enemistad, confusión, conflicto. Si dependéis de los libros de izquierda o de derecha, o de los libros sagrados, entonces dependéis de mares de opiniones, sean ellas las de Buda, de Cristo, o de lo que os plazca. Son ideas, no la verdad. Un hecho nunca puede negarse. La opinión acerca del hecho puede negarse. Si podemos descubrir cual es la verdad en este asunto, podemos actuar independientemente de la opinión. De suerte que si dependéis para vuestro descubrimiento de lo que se encuentra en lo libro, estáis siempre atados a los opiniones. No se trata, pues, de conocimiento directo: Para hallar la verdad al respeto, hay que estar libre de todo programa, la cual significa que sois capaces de observar el problema independientemente de la opinión. Todo el cometido de la educación consiste en despertar al individuo. Para ver la verdad respeto de esto habrías de ser muy claros, es decir, no podéis depender de un dirigente.

    Para comprender la confusión y la desdicha que hay dentro de nosotros, y por lo tanto en el mundo, hemos de comenzar por hallar claridad dentro de nosotros mismos, y sea esta claridad surge del recto pensar. La claridad interior no puede organizarse, porque no puede recibirse ni darla a otra persona. El pensamiento, que se organiza colectivamente es una mera recepción. La claridad no es resultado de la afirmación verbal sino de la comprensión de uno mismo y del recto pensar. A la rectitud del pensamiento no se llega por el mero cultivo del intelecto, ni por imitación de modelos, aunque estos son dignos y nobles. Sin comprenderse uno a si mismo no hay base para el pensamiento; sin el conocimiento propio, lo que uno piensa no es verdadero. Los hombres de buena voluntas no deben tener fórmulas, porque ellos conducen inevitablemente a “la guerra del pensamiento”.

    Una vez que se aprende el truco de aquietar la mente por la recepción de ciertas palabras, y de recibir insinuaciones en medio de esta quietud, surge el peligro - a menos que estéis en vigilancia muy alerta para averiguar el origen de telesinsimeaciones – de que podéis atrapados y la oración se convierte entonces en substituto de la búsqueda de la Verdad. Mientras que si examina todo pensamiento en el instante que se surge – todo pensamiento, de dicha, y no algunos pensamientos -, entonces no hay exclusión. Mientras investigamos un pensamiento, se introduce otro inadvertidamente. Pero si uno se da cuenta cabal de este proceso y sin deseo de justificar o dominar se dedica a observar pasivamente un pensamiento, notará que no habrá la intromisión de ningún otro pensamiento. Esta intromisión de otros pensamientos sólo ocurre cuando censuráis y comparáis. Cuando uno juzga, compara o condena, la mente no esta abierta a la verdad, no puede estar libre de la tiranía de los símbolos y sistemas; no puede escapar al ambiente, ni al pasado. Hay una espontaneidad trascendente en la vida, una “Realidad creadora” que se revela a uno cuando la mente se halla en estado de “alerta pasividad”, de “captación pasiva sin opción. El juicio y la comparación irremediablemente nos conducen a la dualidad. Sólo la captación pasiva sin opción puede conducirnos a la no dualidad, a la reconciliación de los polos opuestos en una compresión total, en un amor total.

    "Ama et fac quod vis" – Si amáis podéis hacer lo que plazca. El proceso de liberación ha de comenzar con la comprensión sin opción de lo que queréis, y de vuestras relaciones entre cualquier sistema de símbolos que os diga que debéis o no debéis querer eso. Mediante esta compresión sin opción, a medida que penetra en los niveles profundos del ego y del subconsciente con el asociado, surgirán el amor y la mutua comprensión que nosotros conocemos. Esta comprensión sin opción –en todo instante y en todas circunstancias de la vida – la única meditación eficaz. La liberación autentica es “la liberación interior de la realidad creadora. Es un estado de ser, el silencio, en el que se tiene necesariamente que buscar expresión; no es un talento que requiere manifestación externo. No es un don, ni el resultado del talento, este tesoro sólo se halla cuando el pensamiento se libra de la concupiscencia de la mala voluntad y de ignorancia, cuando el pensamiento se libra de lo mundado y del afán de continuidad personal. Ha de vivenciarse a través del recto pensar y la meditación. La auto compresión sin opción nos lleva a la Realidad creadora, que está debajo de todas nuestras ilusiones destructivas; nos lleva a la serena sabiduría que siempre está allí a pensar de la ignorancia. El conocimiento es cuestión de símbolos, y es con demasiada frecuencia, un estorbo a la sabiduría, el descubrimiento de uno mismo de instante al instante. De mente que ha llegado a la quietud de la sabiduría comprenderá el ser, comprenderá lo que es amar. El amor no es personal ni impersonal. El amor y la mente no puede definirlo ni describirlo como algo exclusivo ni inclusivo. El amor es su propia eternidad, es lo real, lo supremo.

    Una mente que desea comprender un problema debe no sólo comprender el problema por completo, enteramente, sino que debe poder seguirlo rápidamente, porque el problema nunca es estático, siempre es nuevo, ya sea el problema del hombre, un problema psicológico o cualquier otra. Toda crisis siempre es nueva; por lo tanto, para comprenderla, la mete debe ser siempre lozana, clara, veloz en su búsqueda. La urgencia de una revolución íntima, porque ella es lo único capaz de producir una transformación radical de lo externo, de la sociedad.

    De dado que la sociedad siempre es estática, cualquier acción, cualquier reforma que realice sin esta revolución íntima se vuele igualmente estática; se suerte que sin esta constante revolución intima no hay esperanza, porque sin ella la acción externa resulta raiterativa, habitual.

     

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