Harry Houdini
Harry Houdini, escapista prodigioso, se libraba de las sogas y las cadenas que lo ataban dentro de un baúl cerrado, y salía de su prisión indemne y victorioso. Ninguna celda nunca lo pudo retener; metido en una caja de hierro lo echaban en el mar, y él emergía a poco entre las ovaciones de la muchedumbre.
Nadie supo jamás cómo abría los férreos candados que sellaban su clausura. Muchos años después de su muerte, acaecida en 1926, se conoció el misterio: al empezar el acto de Houdini su esposa se despedía con ternura de él -había riesgo de muerte-, y le daba un amoroso beso. Al besarlo le ponía en la boca la llave salvadora.
Y es que en verdad el beso de una mujer puede ser cosa de magia. Por él se libra el hombre de las oscuras celdas de la soledad.