La confesión 35 dice: “No he maldecido a la realeza”. Esto indica que la persona respetó por lo que es y conocía que su origen es divino. Creo que la mera presencia de la realeza trae un orden divino al gobierno de una nación, sin necesidad de hacer nada de merito especial en el reino físico o terrenal. La ausencia de realeza suponía la ausencia de divinidad en la vida de una nación, y la abolición de la realeza significa la abolición del orden divino dentro de la psique humana.
La confesión 36 dice: “No he derramado el agua que mana”. Hoy en día, todo oímos hablar sobre la ecología y la importancia de la protección del medio ambiente, pero se sigue haciendo muy poco a nivel personal. La mayoría de los esfuerzos que se hacen para salvaguardar el medio ambiente equivale a lo que haría alguien para protegerse de un huracán utilizando un ¡paraguas!